Preguntas atómicas I: Tatuajes, secretos y cocido.


Hoy respondo a algunas de las preguntas que me habéis enviado. Y presumo de cocido.


Una cosa te voy a decir:

A raíz del último correo me habéis hecho preguntas. Y me habéis dicho cosas (casi todas bonitas). Y os lo agradezco un montón.

PERO.

Me habéis hecho más preguntas de las que me esperaba.

Y las preguntas son como los tatuajes: MUY difíciles de borrar.

Si en su día te hiciste un tatuaje del que te arrepientes, yo no he tenido nada que ver y me lavo las manos. A mí me llamas para que vaya a un descampado con una pala, pero no me llames ni para hacer mudanzas, ni para llevarte al aeropuerto ni para borrar tatuajes.

Pero si te has hecho una pregunta por culpa de un correo mío… me veo en la obligación moral de responderte.

O de intentarlo.

Y en eso estoy ahora mismo. Aunque te aviso: lo más probable es que te genere más dudas de las que puedo resolver.

La vida es así. Llena de encantos y de emoción. Es un bosque, un río, lluvia, viento y sol. Es el vuelo de una paloma, es el canto de un ruiseñor.

Y otra cosa también te voy a decir:

Si ahora mismo estás cantando el párrafo de arriba ya tienes una edad, así que cuídate: duerme bien y haz ejercicio.

A lo que veníamos:

Las preguntas que me habéis hecho son tan buenas que creo que lo suyo es dedicarles su propio espacio a cada una. Así que iré respondiéndolas en sucesivos correos.

Pero hoy empiezo con dos.

De hecho voy a empezar con la última que me habéis hecho (en el momento en el que estoy escribiendo esto).

¿Pero esta mierda qué es?

[…]tengo una pregunta: ¿las notas atómicas van a ser todas como ésta? quiero decir, ¿nos vas a contar algo MUY interesante y no vas a terminar de explicarlo?

Lo digo por saber si espero a la próxima nota atómica o si empiezo a googlear al alemán éste, Nicolás Luhmann, para terminar de ver cuál era ese sistema tan cojonudo que NO nos has contado.

Me refiero a los “espacios vacíos entre las notas” o las “conexiones doradas entre las piezas” quidicir, si cuadra.




Respuesta corta

Si he conseguido hacer esto, entonces lo estoy haciendo bien y lo volveré a hacer.

¡Ole yo!

Respuesta larga y (no mucho más) concreta

El sistema completo está explicado en el libro de Sönke Ahrens “El método Zettelkasten”. Es uno de los libros que más me han gustado de los que he leído este año. Puedo decir que me ha cambiado la forma de pensar y la forma en la que me enfrento a mi proceso de aprendizaje: cómo leo, cómo escribo, cómo tomo notas, cómo pienso…

Pero entiendo que el tiempo es finito y que el interés es analógico. Que no va de me flipa o lo odio (sistema binario por excelencia), sino que algo me puede interesar lo suficiente como para que alguien me lo cuente, pero no tanto como para leerme un libro de casi 200 páginas. Como por ejemplo, y en mi caso personal, los métodos de defensa de las amebas, si es que tienen, que yo lo ignoro.

Ya os dije en su momento que a mí, las amebas, me interesan más bien poco.

Así que mi idea es ir desgranando este sistema en próximos correos. O no, que igual te aburres antes. O me aburro yo.

Y lo normal, además, es que este patrón se repita con otros temas. Yo introduzco un tema nuevo y luego veremos cuánto profundizamos.

Así que vayamos poco a poco.

Bocado a bocado.

Como comerse un donut.

Por cierto, hay otra pregunta muy interesante que menciona los agujeros del donut y que está relacionada con ésta.

Pero la vamos a dejar para otro correo.

Sobre sistemas perfectos, DJs y cocidos

Básicamente, mi pregunta al notash [sic] es la siguiente, se plantea el desgaste emocional y de autoestima que podría tener una persona que diseñando sistemas de aprendizaje no da una?




Esta no la vi venir. Pero ni de cerca y con prismáticos la habría visto venir.

Así que ejjjucha (triple jota, la segunda es muda), que te voy a contar un secreto y así nos quitamos todos la careta.

Llevo DOS AÑOS intentando que MI sistema me funcione A MÍ.

Y sigue siendo un desastre.

Y eso está bien.

O más que bien, es lo esperable.

A continuación tres axiomas que duelen más que leer una carta de hacienda mientras pisas una pieza de lego descalzo:

Primer axioma o ley de la no existencia del cocido perfecto

No existe el sistema perfecto, como no existe el cocido perfecto.

Bueno, el cocido perfecto sí existe y lo hace mi suegro, pero te haces una idea.

Te haces una idea de lo de que no exista el sistema perfecto. Del cocido de mi suegro ni te acercas a imaginarlo. Estás más lejos de imaginarte el cocido de mi suegro que un buen político de llegar a secretario general de su partido.

Segundo axioma o ley de la no transmisiblidad del cocido perfecto

Ningún sistema que no sea tuyo te va a funcionar como le funciona a quien lo diseñó.

Como el cocido de mi suegro, que por mucho que compremos los mismos ingredientes, sigamos la misma receta y utilicemos la misma olla y cocina, a nosotros no nos sale igual de rico.

Es, sencillamente, imposible.

Tercer axioma o ley de la refutabilidad del caldo francés

Los principios son más importantes que las herramientas.

Por ejemplo, saber que la sopa del cocido cuanto más concentrada mejor y que clarificar el caldo es un invento aberrante de los franceses es infinitamente más importante que la olla en la que cueces el copango y los garbanzos.

Entiende los principios que hay detrás de los sistemas de otros y podrás construir el tuyo propio.

Persigue las herramientas perfectas y acabarás procrastinando perfectamente.

Así que no te desesperes y sigue buscando el sistema que a ti te funcione mientras te inspiras en los sistemas de otros.

Mira, tengo un colega que se empeñó en ser DJ en su día y el cabrón terminó montándose su propio sello discográfico y tocando en la boda de mi mujer. Digo la de mi mujer porque yo no quería y fue ella la que se empeñó (en que pinchara mi colega, no en casarse, que en eso hubo quórum). Y al final se marcó una sesión de flipar.

Así que ole por mi colega, que no cejó en su empeño. Y por mi mujer que fue la que lo propuso. Y por mí, que me empeñé en casarme con ella y gracias a ello mi colega terminó tocando en la boda de mi mujer.

Al final se trata de perseverar.

Otro día hablaremos del efecto del interés compuesto y qué papel juega la perseverancia en todo ello.

Y hasta aquí esta primera entrega de preguntas atómicas absolutamente improvisada.

Gracias por leer. Un abrazo,

El Notas Atómico ⚛️


No podemos asumir que los sistemas son transferibles

No podemos asumir que un sistema que le funciona a alguien (una persona o una organización) le vaya a funcionar automáticamente a otra persona u organización diferente.

Esto es así porque la propia persona/organización forma parte del sistema e influye en él. Si cambiamos un elemento, el sistema cambia.

Además, en este caso, la persona/organización es especialmente crítica para el sistema. Su cambio influye de forma extraordinaria en el propio sistema ya que está sustituyendo al elemento para el que el sistema fue diseñado en primer lugar.

Fuentes

Pensar en sistemas - Donella Meadows

Un sistema es un conjunto de elementos interrelacionados, organizados de manera coherente para alcanzar un fin.

Un sistema, por lo general, sigue siendo el mismo, y se transforma lentamente, cuando experimenta algún cambio, aunque se sustituyan por completo todos sus elementos, siempre que las interrelaciones y los propósitos permanezcan intactos.

Si se sustituye a un único líder mundial —si cambiamos a Brézhnev por Gorbachov, a Carter por Reagan—, una nación entera puede tomar un rumbo totalmente distinto, aunque sus territorios, sus fábricas y los cientos de millones de personas que la habitan sean exactamente los mismos. Un líder puede conseguir que esos territorios, esas fábricas y esas personas jueguen a un juego diferente, con nuevas reglas, o puede orientar el juego hacia un nuevo propósito


PD.: En las siguientes entregas de preguntas atómicas hablaremos de faros, objetivos, Escher y agujeros de donut.

Si todavía no estás suscrito...

...puedes hacerlo aquí abajo 👇.

Aunque mi recomendación es que dediques tu tiempo a leer cosas de verdad.

Lo digo en serio.