Especial nochevieja. La lista Suzuki. Acto 1


Una tragicomedia en dos actos. Éste es el acto 1. Una historia de espías y tazas de té.


La Lista Suzuki

(Una tragicomedia en dos actos)


DRAMATIS PERSONAE

NARRADOR: El Notas Atómico. Un cronista moderno con tendencia a la digresión y tremendamente atractivo.

HIRŌ ONODA: Teniente japonés, 52 años. El último soldado de una guerra olvidada.

NORIO SUZUKI: Estudiante hippie, 22 años. Soñador con una lista imposible.


[El NARRADOR tremendamente atractivo avanza al proscenio]

NARRADOR: Filipinas, 9 de marzo de 1974.

[pausa dramática excesivamente larga]

Un soldado japonés emergió de la jungla con su rifle, 500 rondas de munición y una espada.

El uniforme: impecable.

La espada: brillante como recién pulida.

Su nombre era Hirō Onoda y durante veintinueve años había estado luchando una guerra que ya había terminado.

[Caminando por el escenario]

Verás, cuando Onoda recibió sus últimas órdenes en 1945, éstas fueron MUY claras y MUY específicas:

Defender la isla de Lubang hasta la muerte.

No rendirse jamás.

No creer en ninguna evidencia que sostuviera que la guerra hubiera terminado, porque seguramente sería propaganda enemiga.

Y claro, si tú le dices eso a un militar japonés… pues…

[se proyecta este vídeo].

El ejército japonés lo intentó todo para hacerle volver: lanzaron panfletos desde aviones, periódicos (por entonces los periódicos todavía no eran panfletos), cartas de su familia…

Pero Onoda era como ese amigo que está CONVENCIDO de que la Tierra es plana. Todo era “propaganda enemiga muy elaborada”.

Porque para los conspiranoicos todo es propaganda muy elaborada menos sus propias teorías, que son claramente obvias como que la nieve es plástico y que es un invento del gobierno o que la luna no existe que es una proyección.

El ejército japonés terminó dándolo por muerto.

[con tono de épica]

Pero hubo una persona que seguía convencida de que el teniente Onoda seguía vivo.

Esta es una historia sobre el honor. Sobre el deber. Sobre no saber cuándo parar.

Y sobre un panda salvaje.

También hay una lista.

La lista es importante.

[Sonriendo]

Pero empecemos por el final…


ACTO I: LA SELVA

Selva densa en la isla de Lubang, Filipinas, 1974. Vegetación tropical abundante. Sonidos de la jungla de fondo.

DESCONOCIDO: [con megáfono] ¡HOLIIIIIIII! ¿Hay alguien ahí?

ONODA: [saliendo sigilosamente de un arbusto] ¡¡¡ALTO AHÍ!!! ¡¡¡IDENTIFICACIÓN!!!

DESCONOCIDO: [dejando caer el megáfono] ¡LA MADRE QUE…! ¡JODER! Casi me muero del susto. ¿No podías salir como una persona normal? No sé, silbando, tosiendo… ¿algo? Su puta madre…

ONODA: [apuntando con el rifle] Eres un espía americano.

DESCONOCIDO: Qué espía ni qué espío. Mira, yo me voy a sentar en este tronco de aquí [señala el tronco], que tengo el corazón a mil. Y ya que estamos, vamos a hacer las cosas bien [comienza a hurgar en su mochila]. Joder, casi me matas, de verdad.

ONODA: Un espía nunca diría que lo es. Cada vez se lo curran menos estos americanos.

DESCONOCIDO: [sacando una tetera de su mochila] ¿Pero qué dices de americanos?

[saca un mantel pequeño y lo extiende en un tocón cercano] Que yo me llamo Norio Suzuki.

[saca una bandejita] Americanos… dice. No sé si te has fijado, pero no soy occidental. Mira mis ojos de japonés.

NARRADOR: Suzuki no sabía entonces que eso no se podía decir, que era racista.

[Onoda se extraña al escuchar la voz del narrador, es decir, la mía]

ONODA: Los servicios secretos americanos son muy astutos. Podrían haber reclutado a un japonés traidor.

EL ANTERIORMENTE DESCONOCIDO AHORA CONOCIDO COMO SUZUKI: [saca unas tazas con unos pandas dibujados] ¿Sabes qué? Tienes razón. Podrían haberlo hecho. Pero si fuera un espía, vendría acompañado.

ONODA: A menos que supieras que yo pensaría exactamente eso, que un espía no vendría solo. Por lo tanto, venir solo es la cohartada perfecta.

SUZUKI: [sacando un camping gas] Pero entonces yo sabría que tú pensarías eso, así que si fuera un espía, vendría acompañado para que pensaras que no soy un espía, cosa que no he hecho.

ONODA: A menos que supieras que yo pensaría que tú pensarías eso, en cuyo caso habrías venido solo, como así has hecho.

SUZUKI: [saca un termo de agua caliente] Pero entonces yo sabría que tú sabrías que yo sabría que tú pensarías eso, así que vendría con un grupo grande y ruidoso.

[vierte el agua del termo en la tetera] Un grupo de turistas todos con cámaras de fotos para que parecieran japoneses.

[pone a calentar la tetera en el camping gas]

NARRADOR: [marcando bien las palabras como si quisiera que Suzuki se diera por aludido] Suzuki seguía sin saber que esas cosas no se podían decir, que eran racistas.

ONODA: [extrañado de nuevo por la voz que acaba de escuchar] ¿Qué ha sido eso?

SUZUKI: [sin darse por enterado] Espera, espera que me he perdido. ¿En qué nivel de espionaje estamos?

ONODA: [contando con los dedos cada vez más confundido] Si tú sabes que yo sé que tú sabes que yo…

SUZUKI: [sirviendo el té] ¿Sabes qué? Me empieza a doler la cabeza. ¿Y si asumimos que no soy un espía porque ningún espía se traería su propio juego de té con tazas a juego? Mira qué bonitas son, tienen dibujitos de pandas.

ONODA: [mirando las tazas con curiosidad] Mi madre tenía unas parecidas…

SUZUKI: ¿En serio? ¿De dónde era tu madre?

ONODA: De Kobe. Tenía una tienda pequeña de té.

SUZUKI: ¡NO ME JODAS! Mi abuela también es de Kobe. Igual se conocían. Es la que me dio estas tazas. Dice que el té sabe mejor en tazas con historia. Pero detesta las tazas con frases motivadoras. Mi abuela es una persona sabia.

ONODA: [bajando un poco el rifle] ¿Sigue… sigue estando la tienda Sakura en la calle principal?

SUZUKI: ¡Sí! Ahora es un restaurante de ramen. Pero dicen que antes…

ONODA Y SUZUKI: [al unísono]… era la mejor tienda de té de todo Kobe.

SUZUKI: [con los ojos muy abiertos] Espera… ¿esa era la tienda de tu madre?

ONODA: [apoyándose en un tronco cercano y adoptando un tono melancólico] La vendió cuando me fui a la guerra. Decía que sin su hijo para heredarla…

SUZUKI: [pensativo] ¿La guerra? ¿Cuánto tiempo llevas exactamente aquí?

ONODA: [con orgullo militar] Defendiendo esta posición desde 1945. Siguiendo órdenes.

SUZUKI: [quemándose con el té] ¡AH! ¡HODTIA PUTA! ¡ME HE ABDAZADO! Joded, vaya día de miedda. Debedía habed comenzado pod el panda. AH, AH, AH.

[dándose cuenta de repente de lo que le acababa de decir Onoda] ¡Ezpera! ¿Edes ed teniente Onoda? ¿EL teniente Onoda?

ONODA: [sorprendido] ¿Me conoces?

SUZUKI: [sacando su lista arrugada con manos temblorosas] ¡Edes el númedo uno de mi lidta! ¡Mida!

[Suenan los primeros compases del estribillo de You’re the best y el foco ilumina la lista]

[Se le cae la lista de las manos]

[Cesa la música y se apaga el foco]

[Se agacha de nuevo para recoger la lista y la vuelve a levantar]

[Suena Idiota de los Ronaldos y el foco se vuelve a encender]

[Onoda coge la lista que le ofrece Suzuki]

ONODA: [desconcertado] ¿Una lista? [la lee y todavía se desconcierta más] ¿Qué clase de espía hace una lista tan…?

SUZUKI: [arrebatándole la lista de las manos a Onoda e interrumpiéndolo] El peor espía del mundo. O el mejor. Ya no sé ni en qué nivel de espionaje estamos. ¿Quieres algo para acompañar el té? Seguro que tienes hambre.

ONODA: [manteniendo el rifle en posición] … ¿No tendrás un bollycao por ahí? O un phoskito. Estoy hasta la polla de comer arroz.

SUZUKI: [rebuscando en su mochila] ¡Tengo una cosa mucho mejor! Mochi. De los buenos, eh. De Kobe.

ONODA: [manteniendo aún el rifle, pero visiblemente interesado] ¿Mochi… de Kobe?

SUZUKI: Sí, hombre. ¿No me digas que llevas tanto tiempo aquí que te has olvidado del mochi? Venga, siéntate. Que si me vas a pegar un tiro, al menos que sea después del té y el mochi.

ONODA: [sentándose con cautela y como hablando para sí mismo] Los espías americanos no conocerían la diferencia entre el mochi de Kobe y el de Tokyo…

SUZUKI: [partiendo el mochi y ofrenciéndole uno a Onoda] Por favor, eso es como confundir a Buda con un gitano.

NARRADOR: ¡¡¡SUZUKI!!!

[Onoda pega un brinco del susto y mira alrededor asustado]

ONODA: ¿En serio no has oído…? [probando el mochi con desconfianza]

SUZUKI: [ajeno a la voz del narrador, es decir, la mía porque tiene una vida interior muy rica y, en general, está en la parra] ¿Y bien?

ONODA: [con los ojos húmedos] Sabe… sabe como el que hacía mi madre.

SUZUKI: [sonriendo] ¿Sabes? La guerra terminó hace veintinueve años.

ONODA: [volviendo a ponerse tenso] Eso es imposible. Es propaganda…

SUZUKI: Vale, vale. Entonces explícame una cosa: ¿por qué no has visto ni un solo soldado americano en veintinueve años?

ONODA: Obviamente están esperando a que baje la guardia.

SUZUKI: Durante veintinueve años.

ONODA: Son muy pacientes.

SUZUKI: Más pacientes que tú, lo dudo. Es más probable que los americanos se hayan olvidado de que estás aquí.

ONODA: [indignado] ¡Un soldado del Imperio jamás es olvidado! Las órdenes del Emperador son eternas y sagradas.

SUZUKI: [soplando su té] Como los impuestos.

ONODA: ¿Qué?

SUZUKI: Los impuestos. También son eternos. Y sagrados, por lo menos según la oficina de hacienda. ¿Sabes que ahora el Emperador también paga impuestos?

ONODA: [riendo sin querer] Eso es ridículo. El Emperador no…

SUZUKI: [sacando una foto de su mochila] No, no, en serio. Mira. Sale hasta en la tele y todo. El otro día le hicieron una entrevista sobre sus aficiones. Le gustan los sellos. ¿Te lo puedes creer? El Hijo del Cielo coleccionando sellos como un jubilado cualquiera.

ONODA: [mirando la foto con una mezcla de horror y fascinación] Esto tiene que ser un montaje. El Emperador jamás aparecería en… ¿eso es un programa de salseo?

SUZUKI: [con toda naturalidad] Sí, Tombolaru Tokyo, donde Jaimesu Peniafieru-san destripa los secretos de la familia imperial. No le gusta la nueva nuera del Emperador.

ONODA: [el rifle casi olvidado en su regazo mientras examina la foto] Pero… esto va contra todo… el Emperador es un ser divino…

SUZUKI: [mirando a Onoda con precaución por miedo a enfadarlo] Ah, sobre eso… Verás tú qué risa. Resulta que él mismo dijo que no. Menudo momentazo. “Oye, que yo no soy un dios, ¿vale? Soy un tío normal, campechano, al que le gustan los sellos, las mujeres y el vino.”

ONODA: [muy serio] No lo dijo así.

SUZUKI: Bueno, no, usó palabras más elegantes. Pero la idea era esa.

ONODA: [mirando todavía la foto, confundido] Entonces… si el Emperador ya no es divino… ¿quién protege a Japón?

SUZUKI: [con indiferencia] ¿Soldados? Ahora conquistamos el mundo con ingenieros y hombres de negocios. Toyota, Sony, Nintendo… no solo hemos invadido las casas americanas, sino que encima nos pagan por ello.

ONODA: [procesando lentamente] ¿Ya no necesitamos… soldados?

SUZUKI: Bueno, ahora tenemos las Fuerzas de Autodefensa. Es como el ejército, pero con mejor café y horario de oficina. Incluso tienen vacaciones pagadas y plan de pensiones.

[pausa]

[se levanta]

¿Sabes? Podrías venirte conmigo a Japón y lo ves todo con tus propios ojos. Además así terminamos ya este primer acto, que se nos está haciendo bola.

[un largo silencio. Onoda mira su rifle, luego la foto del Emperador, y finalmente la taza de té vacía]

ONODA: [incorporándose con dignidad militar] El rifle y la espada se vienen conmigo. Son… parte de la misión.

SUZUKI: [riendo] Lleva lo que quieras. Total, con la de frikis que hay ahora en Japón, ni destacarías.

ONODA: ¿Frikis?

SUZUKI: Oh, amigo. Tienes TANTO que ver. ¿Has oído hablar del manga?

[Oscuro]


[un foco ilumina al NARRADOR en el centro del escenario]

NARRADOR: [avanzando al proscenio] Lo que el ejército japonés no pudo lograr en veintinueve años, un hippie con una tetera lo consiguió en una tarde.

Pero esta NO es la historia de Hirō Onoda.

[pausa dramática]

Esta es la historia de Norio Suzuki.

Veintidós años.

Una mochila.

Y una lista imposible.

[con melancolía] A Suzuki le habría encantado el interraíl… si hubiera vivido para conocerlo.

[recuperando el tono animado] Pero antes de hablar sobre eso, tenemos que visitar el Ministerio de Defensa.

Tan solo unos días antes.

Tan solo un par de tazas de té antes.

Y con el primer objetivo de la lista todavía sin cumplir.

[sonriendo] Pero eso será en el acto II.

[FIN DEL ACTO 1]

Mañana a las 9:03, el acto II. Salen funcionarios. Y también sale un panda salvaje.

Un abrazo.

El Notas Atómico.

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