Hoy te voy a contar la historia de un empresario que se hizo millonario gracias al mismo fenómeno psicológico que te puede salvar la vida.
Siempre y cuando lo conozcas.
Si no lo conoces lo normal es que termines muerto, que es lo que tiende a suceder cuando no consigues salvar la vida.
La biología no serán matemáticas, pero a veces lo parecen.
Al lío
Sylvan Goldman tenía un problema.
Un problema de ricos, todo sea dicho.
A mí me gusta dividir los problemas en problemas de ricos y problemas de verdad.
Los problemas de ricos son los problemas que tenemos los que estamos arribita en la pirámide de Maslow. También los llamo problemas del primer mundo.
OJO CUIDAO.
No digo que estos problemas no duelan o no molesten. Sólo digo que son problemas pequeñitos que tenemos los que tenemos mucha suerte. Mi teoría es que todos tenemos un nivel de drama que llenar. Si nuestra vida es jodida, ese nivel se llena muy pronto.
No tengo qué comer.
Vivo en la calle.
Mi país está en guerra.
Cosas que te joden la vida de verdad.
Luego están los problemas de ricos, que como son una mierda de problemas, tendemos a acumular muchos, pero a cambio dan muchos likes en redes sociales.
No me gusta mi trabajo
Alguien ha hecho un chiste que me ofende
Soy del Atleti.
El problema de Sylvan Goldman era de estos últimos.
Resulta que Sylvan Goldman era dueño de varias tiendas de comestibles y veía cómo sus clientes dejaban de comprar cuando las bolsas estaban hasta arriba y pesaban demasiado.
Lo dicho. Problema del primer mundo
Así que se le ocurrió una idea: ¿Y si ponemos ruedas a una silla plegable, le añadimos un par de cestas de metal y… ¡BAM!?
El carrito de la compra había nacido.
Problema resuelto
¿Problema resuelto?
Va a ser que no.
Porque nadie los usaba.
La Gente™️ (que por defecto es imbécil) no usaba los carritos.
Puso los carritos en zonas visibles. Nada.
Colocó carteles explicando sus ventajas. Nada.
En esos mismos carteles puso dibujitos de cómo usarlos. Nada.
Y entonces tuvo una idea que cambiaría tu vida y su cuenta bancaria:
Contrató a personas para que fingieran ser clientes usando los carritos.
De repente, TODO EL MUNDO™️ empezó a usarlos.
Así de simple.
Si leíste mi último mail, ya conoces el principio de aprobación social y es probable que sepas por dónde van los tiros.
Para el resto, un pequeño recordatorio:
El principio de aprobación social consiste en que determinamos lo que es correcto en función de lo que piensan otras personas que es correcto.
O dicho de otra forma: hacemos lo que vemos que hace la gente.
¿Y por qué lo hacemos?
Esto ya lo expliqué en mi último correo, así que si te registraste después y quieres enterarte de toda la movida de las sectas, los mayas y los pantalones con cremallera, escríbeme y te paso los mails anteriores.
Pero hay una cosa que no te conté, y que te voy a contar ahora mismo.
Hay situaciones en las que este mecanismo se hace todavía MUCHO MÁS POTENTE.
En concreto tres.
Y hoy te voy a hablar de uno.
La incertidumbre.
Piénsalo: era una situación completamente nueva. Nadie había visto antes una silla con ruedas y cestas de metal en un supermercado. La gente no sabía muy bien qué hacer con ellos.
¿Debían cogerlos? ¿Parecerían tontos usándolos? ¿Y si los rompían? ¿Y si estaban reservados para algún tipo especial de cliente?
Esta incertidumbre es clave.
Porque cuando no estamos seguros de qué hacer, el principio de aprobación social se vuelve MUCHO más potente. Es como si alguien le diera vitaminas a tus ganas de imitar a los demás.
Es que incluso con carteles ENORMES explicando cómo usar los carritos, la gente seguía sin hacerlo. Porque ver a TODAS las personas ignorando esos carritos era un mensaje mucho más poderoso que cualquier cartel.
Es como si nuestro cerebro dijera: “Vale, hay un cartel… pero si esto fuera tan buena idea, ¿por qué NADIE lo está usando?”
Por eso cuando Goldman puso a gente usando los carritos, invirtió el efecto. De repente había una referencia clara: “Ah, vale, que lo que dicen los carteles es VERDAD”.
Al final, el inventito de marras se extendió por todo el país, y eventualmente por todo el mundo, y Goldman murió con una fortuna de más de 400 millones de dólares.
Pero espera, porque el mismo mecanismo psicológico que hizo que la gente empezara a usar los carritos es el que puede salvarte la vida.
O quitártela.
Y ahora es cuando esto se pone serio.
Muy serio.
Porque el mismo mecanismo que hacía que la gente no usara los carritos de Goldman fue el responsable de una muerte que sacudió París hace no mucho.
René Robert era un fotógrafo de 84 años.
(Uno bueno, además. Buscad sus fotos de flamenco. Son brutales)
Una tarde de enero, René se cayó en medio de una concurrida calle de París.
Y ahí se quedó.
Nueve horas.
NUEVE. PUTAS. HORAS.
En el suelo.
En una de las calles más transitadas de París.
¿Sabes cuánta gente pasó por su lado durante esas nueve horas?
Docenas. Posiblemente unas mil (docenas) o más.
¿Sabes quién se paró a ayudarle?
Nadie.
Bueno. Nadie hasta que un vagabundo lo vio por la mañana y llamó a emergencias.
Pero ya era tarde.
René había muerto de hipotermia.
¿Por qué? ¿Eran todos unos monstruos?
No.
Estaba funcionando un efecto que Cialdini llama “ignorancia pluralista”.
Es ese fenómeno en el que todo el mundo piensa que todo el mundo sabe algo que ellos no saben.
O dicho de otra forma: cuando todos estamos confundidos pero creemos que somos los únicos confundidos.
Es como cuando estás en una reunión y el jefe dice algo que no has entendido, pero como ves que nadie pregunta nada, asumes que eres el único idiota que no se ha enterado.
Cuando en realidad nadie se ha enterado.
Resulta que la ignorancia pluralista es como un juego de póker donde todos van de farol.
Cuando estamos en una situación de incertidumbre, todos queremos parecer tranquilos y serenos. Nadie quiere ser “ése” que se alarma por nada.
Así que, ¿qué es lo que solemos hacer?
Mirar disimuladamente a nuestro alrededor: una miradita rápida por aquí, un vistazo veloz por allá…
¿Y qué vemos?
A todo el mundo TAN tranquilo.
A todo el mundo TAN sereno.
A todo el mundo TAN normal.
Porque, sorpresa: ellos también están disimulando.
Es como si todos estuviéramos diciéndonos en silencio: “Aquí no pasa nada, ¿verdad?”
Y mientras nos retroalimentamos unos a otros en este teatro colectivo de “todo está bien”…
René se muere de frío en una acera de París.
¿Por qué?
Porque cada persona que pasó por su lado pensó que alguien habría que supiera lo que le pasaba a ese señor y que, en caso de ser grave, ya habría hecho algo.
“Si fuera grave, alguien habría hecho algo”
“Si fuera importante, alguien habría llamado a alguien”
“Si fuera una emergencia, alguien habría…“
Pero NADIE sabía.
Y como nadie sabía nada, nadie hacía nada.
Y como nadie hacía nada, todos asumían que no había nada que hacer.
Es el círculo vicioso perfecto.
Y esto pasa más a menudo de lo que crees:
Un hombre tendido en un callejón. “Si fuera grave, alguien ya habría llamado a una ambulancia. Seguro que es un borracho o un mendigo”
Gritos en casa de los vecinos. “Si fuera serio, alguien ya habría llamado a la policía. Seguro que es la típica pelea”
Alguien siendo acosado en el metro. “Si fuera acoso de verdad, alguien ya habría intervenido. Seguro que es un tema personal entre ellos.”
La misma historia una y otra vez.
Pero hay una forma de romper este ciclo.
Y es más fácil de lo que parece…
Te voy a poner en situación:
Estás en un concierto en un parque. El ambiente ha sido brutal. La música increíble. Todo perfecto.
Hasta que deja de serlo.
Cuando la gente empieza a marcharse, notas un hormigueo en el brazo.
“Bah, no será nada”
Pero el hormigueo se extiende. Primero a la mano. Luego a un lado de la cara.
Te sientas junto a un árbol para ver si se te pasa. La gente pasa a tu lado.
Y entonces lo piensas: “¿Me está dando un ictus?”
Entonces intentas pedir ayuda, pero solo te salen gruñidos.
(Porque sí, eso pasa en los ictus)
La gente te mira raro. Algunos se paran un momento.
Miran alrededor.
Ven que nadie hace nada.
Y siguen su camino.
“Estará borracho”
“Estará drogado”
“Si fuera algo serio…“
Ya sabes cómo acaba esta historia.
Pero ahora, al menos sabes qué está causando esto: la incertidumbre.
Así que, ¿qué hay que hacer?
ELIMINAR LA INCERTIDUMBRE.
Porque ésa es la clave: como nadie tiene claro lo que está pasando, nadie hace nada. Y tus gruñidos sólo sirven para aumentar la incertidumbre, no para reducirla.
En cuanto notaste que algo iba mal, tu primera y única prioridad debería hacer sido reducir la incertidumbre.
¿Cómo?
Así:
“TÚ, la de la chaqueta roja y el bolso marrón que está con su novio. Me está dando un ictus. Por favor, llama a una ambulancia. AHORA.”
¿Ves lo que hemos hecho?
👉 Señalar a UNA persona específica (“tú, la de…”)
🗯️ Decir exactamente qué pasa (“me está dando un ictus”)
🚑 Dar una instrucción clara (“llama a una ambulancia”)
De repente, toda la incertidumbre desaparece.
Ya no hay dudas sobre QUIÉN DEBE ACTUAR.
Ya no hay dudas sobre QUÉ ESTÁ PASANDO.
Ya no hay dudas sobre QUÉ HAY QUE HACER.
Y cuando eliminas la incertidumbre…
Eliminas la ignorancia pluralista.
Y, con suerte, salvas una vida.
Y, con más suerte todavía, esa vida es la tuya.
No deja de ser curioso que si esto mismo te pasa en una habitación con SÓLO UNA PERSONA más, tendrías más probabilidades de recibir ayuda.
Menuda paradoja, ¿no?
Cuanta más gente a tu alrededor, más difícil es que alguien te ayude.
Manda cojones.
Te doy otro ejemplo más que puede serte útil.
Los investigadores descubrieron algo interesante estudiando casos de posible agresión sexual: los testigos suelen asumir automáticamente que es “una pelea de pareja”.
Así que estudiaron cuál era la mejor forma de romper esa barrera.
¿La solución más efectiva?
Gritar: “¡NO TE CONOZCO!”
Simple.
Directo.
Y brutalmente efectivo.
Porque elimina toda ambigüedad sobre la naturaleza de la situación.
Ya no es “un asunto privado”.
Es una agresión.
Clara.
Sin interpretaciones.
Diferentes situaciones.
Diferentes soluciones.
El mismo principio: eliminar la incertidumbre.
Y OJO CUIDAO.
Porque la incertidumbre sólo es UNO de los tres potenciadores del principio de aprobación social que Cialdini cuenta en su libro Influencia.
El siguiente… la próxima semana (o igual no).
Mientras tanto, la próxima vez que te encuentres en una situación en la que no tengas claro como actuar, no descartes que todo el mundo esté en idéntica posición que tú: sin tener ni puta idea de qué hacer. Y que si decides actuar en lugar de quedarte a la expectativa, eso le puede salvar la vida a alguien… o incluso hacerte millonario.
Un abrazo, el Notas Atómico ⚛️
La ignorancia pluralista surge cuando la incertidumbre activa el principio de aprobación social en un grupo en el que nadie es capaz de eliminar dicha incertidumbre
La ignorancia pluralista es un fenómeno que ocurre cuando todos los miembros de un grupo comparten el mismo estado de incertidumbre, pero cada uno cree ser el único que no sabe qué hacer. Al buscar pistas en el comportamiento de los demás (principio de aprobación social), ven que nadie actúa y asumen que los demás saben algo que ellos no.
Se crea así un ciclo perverso: como nadie hace nada, nadie hace nada. Cada persona mira disimuladamente al resto, ve que todos están tranquilos (porque también están fingiendo) y concluye que no hay necesidad de actuar.
Para romper este ciclo hay que eliminar la incertidumbre.
La clave está en transformar una situación ambigua que paraliza a los espectadores en una situación clara que demanda acción inmediata.
P.D: Este mail, igual que los anteriores, está basado en el libro Influencia de Robert B. Cialdini. Mi recomendación es que vayas siempre a la fuente. Que lo leas, vaya. Y aquí tienes dos opciones: comprarlo o pedirlo prestado.
Si eres, como yo, de los que le gusta coleccionar libros, puedes comprarlo aquí. Esto es un enlace de afiliado de Amazon. Si lo compras yo me llevo una comisión y a ti te cuesta lo mismo.
OJO CUIDAO. También puedes comprarlo en cualquier otro sitio.
Si, por el contrario, eres más de pedir libros prestados, seguro que en tu biblioteca pública más cercana lo tienes.
Sea como sea, mi recomendación es que lo leas.
PD2: Si te ha gustado este mail, compártelo con quien creas que debería saberlo. Sobre todo a quien quieras. Recuerda que este mail le puede salvar la vida.