De perros, uniformes y timadores


Todo esto ya te lo sabes. Yo solo te lo voy a confirmar.


Igual tú no lo sabes porque eres demasiado joven.

O igual ya no te acuerdas porque eres demasiado mayor.

El tema es que hace tiempo en España se pusieron muy de moda las bromas de cámara oculta, y recuerdo una en concreto que me viene pintiparada para contarte lo que te quiero contar hoy.

Creo recordar que se trataba de una película, ¿o era un programa? de Guillermo Summers. ¿O igual era de su hermano Manuel? Sea como sea, he intentado encontrar esta broma en internet y he fracasado miserablemente, así que tendrás que fiarte de lo que mi memoria se haya querido inventar durante estos años.

Te cuento.

La broma consistía en lo siguiente:

Un actor vestido con uniforme de policía se acercaba a personas que estaban paseando a sus perros.

Y les pedía algo así como la “cartilla sanitaria canina”, un documento totalmente inventado. Insisto en que mi memoria es frágil como la palabra de un político o la seguridad de un antimadridista.

Buenos días, ¿es suyo ese perro?

Buenos días, sí. Es mío.

¿Me permite ver su cartilla sanitaria canina? Es obligatoria desde hace tres meses.

(Por supuesto, nadie tenía dicha cartilla. Ya te he dicho que era inventada).

Lo siento, pero sin cartilla debería multarle… A menos que tome usted una muestra de heces ahora mismo para poder analizarla.

En esa época (¿mediados de los 80? ¿Principios de los 90?) no tengo claro que hubiera obligación de recoger las cagadas de los perros. Me suena que lo de ir con una bolsa para recogerlas es de más adelante.

El progreso tiene estas cosas, que uno se da cuenta de que tirar mierda por la ventana al grito de “¡agua va!” es, cuanto menos, mejorable. Y que sacar al perro y que cague en la acera por donde paseamos todos, pues también.

La gracia de la broma estaba en ver cómo estas personas intentaban que sus perros hicieran lo que habían ido a hacer.

La mayoría de la gente intentaba que su perro se sentara (como si eso fuera a funcionar) o le pedían al policía que esperara a que el perro hiciera caca.

O se enfadaban.

Alguno incluso aceptaba la multa. Pero no iban a coger mierda de perro con sus manos.

Sin embargo, recuerdo un hombre que, agobiado, decía que, claro, que su perro ya había hecho caca y que no iba a hacer más. Así que el policía le dijo que o muestra o multa.

Total que, tras algunas dudas, decidió que la multa no merecía la pena y, ni corto ni perezoso, le metió directamente el dedo por el culo a su perro. Ahí, sin besos ni caricias ni abrazos de ningún tipo. Sin preliminares. En frío.

Él nunca lo haría.

El respingo que soltó el perro se me quedó grabado en la retina.

El temazo es que esta broma habla del poder de un símbolo. Un símbolo capaz de anular por completo la capacidad crítica de, al menos, ese buen hombre para disgusto de ese, todavía mejor, perro.

La ropa.


En el correo anterior te conté cómo los títulos activan el principio de autoridad. Hoy voy a hablarte de algo que estoy convencido de que ya sabes, así que es muy difícil que hoy te vaya a descubrir nada nuevo. Lo digo por fijar expectativas y tal.

Hoy he venido a contarte que la ropa es un símbolo tangible de autoridad, tan falsificable como los títulos pero con impacto visual INMEDIATO.

Ya. Obvio. El uniforme de policía, de médico, de militar… Menudo descubrimiento.

Ya te he avisado que el tema de hoy no te iba a sorprender.

Piensa por un momento en estos uniformes:

👮‍♂️ Uniforme de policía
🧑‍🚒 Uniforme de bombero
🥼 Bata blanca de médico
🦺 Chaleco de obra
✝ Sotana de cura

¿Ves cómo tu cerebro asigna automáticamente estatus y poder a quien los lleva? Es el símbolo, no la persona, lo que nos impacta.

Pues esto que nos parece tan obvio lo confirmó Leonard Bickman en 1974 en un experimento.

En este experimento, un hombre vestido de tres formas diferentes se dedicaba a dar órdenes a transeúntes que pasaban por ahí (aquí no hay perros, tranqui):

El hombre se disfrazó de:

👮‍♂️ Guardia de seguridad
🥛 Lechero
👔 Persona normal vestido de forma normal (normal para 1974, quicir).

Las órdenes que daba eran de tres tipos:

🚮 Pedir a la gente que recogiera una bolsa de papel del suelo, alegando problemas de espalda

🪙 Solicitar que dieran una moneda a un extraño que estaba en un parquímetro sin cambio (y que era parte del experimento)

🚏 Ordenar a las personas que se movieran al otro lado de la parada de autobús, citando una supuesta nueva regulación

Y los resultados de personas que hicieron caso fueron los siguientes:

Tipo de ropa Recoger bolsa Dar moneda Cambiarse de sitio en la parada
Uniforme de guardia 82% 89% 56%
Uniforme de lechero 64% 57% 21%
Ropa casual 36% 33% 20%

Yo, de estos datos deduzco que…

👉 El uniforme de guardia generaba casi tres veces más de obediencia que la ropa casual

😍 Ser lechero en 1974 tenía que estar bien visto

🤨 Qué cosa más rara lo de que la gente le haga más caso al guardia cuando éste le dice que afloje pasta a un desconocido, que cuando le dice que recoja una bolsa del suelo.

Total, que la ropa que usamos influye mucho en la autoridad que nos confieren los demás.

Ya sabes, la próxima vez que te convoquen a una reunión de trabajo ve vestido de lechero.


Pero no solo los uniformes “oficiales” funcionan como símbolos de autoridad.

Resulta que otros científicos, 19 años antes, habían hecho otro experimento para comprobar si la ropa formal de oficina —el traje y la corbata— tenía un efecto similar.

Un actor se lanzaba a cruzar la calle con el semáforo EN ROJO.

En plan a lo loco.

Yo me imagino la escena con coches frenando y derrapando y a los conductores sacando las cabezas por las ventanillas preguntándole amablemente a ese señor si se encontraba bien o si, por el contrario, necesitaba ayuda. Que lo que fuera, de verdad, que si alguien cruza así es porque va con prisa y si te puedo acercar a algún sitio yo te acerco.

Ya me entiendes.

Y lo hacía, esta vez también, vestido de dos formas diferentes:

👔 Con un traje elegante

👖 Con ropa de trabajo sencilla

Esta vez no había uniforme de lechero, por lo que fuera.

Y los investigadores contaban cuánta gente imitaba a nuestro protagonista y cruzaba con él.

El resultado: cuando el actor vestía traje y corbata, los peatones eran 3,5 veces más propensos a seguirlo y cruzar la calle que si iba vestido de calle.

A ver, este experimento se hizo en 1955 y la sociedad hoy ha cambiado lo suficiente como para que igual el traje y la corbata ya no sean percibidos como símbolos de autoridad, no lo sé. Igual ahora lo que se lleva es un chándal de Gucci. Que yo la moda no la entiendo, no la entenderé jamás y además es que me importa una mierda.


Una cosa a tener en cuenta es que estos símbolos se pueden utilizar en conjunto unos con otros para multiplicar su efecto.

Y esto lo saben muy bien los timadores.

Te voy a contar un timo clásico, conocido como “El Timo del Banco”, que hace un uso combinado de títulos y ropa.

Todo empieza cuando un estafador se hace pasar por un inspector del banco y contacta a la víctima, normalmente una persona mayor.

Con tono de preocupación le explica: “Hemos detectado que en su sucursal hay un empleado sospechoso de estar robando dinero de los clientes. La policía y nosotros estamos investigando, y necesitamos su ayuda para atraparlo”.

Para darle credibilidad, usa términos bancarios técnicos y muestra un profundo conocimiento de la entidad. Incluso puede mencionar el nombre del director de la sucursal o detalles de las oficinas.

“Es importante que retire el dinero para ver cómo reacciona el sospechoso. Estamos vigilando todos sus movimientos”, le asegura.

Así que, siguiendo las instrucciones del falso inspector, la persona acude al banco y saca todo el dinero de su cuenta.

Al día siguiente el falso inspector regresa, pero esta vez acompañado por otro cómplice disfrazado de policía.

El falso inspector bancario presenta al “agente”: “Este es el oficial que ha estado colaborando en la investigación”.

Con una sonrisa satisfecha, el falso policía felicita a la víctima: “Gracias a su colaboración, el empleado fraudulento ya ha sido detenido. La operación ha sido un éxito”.

Y luego viene el golpe final por parte del supuesto inspector: “Para evitarle las molestias, puede entregarle el efectivo al agente de policía para que él lo ingrese por usted y no tenga que guardarlo en casa”.

La víctima, aliviada y confiada al ver el uniforme policial, entrega el dinero… y nunca vuelve a verlo.

En este timo vemos la combinación perfecta: títulos (“inspector bancario”, “agente”) + ropa (traje formal del inspector bancario, uniforme policial).

El efecto de estos símbolos utilizados en conjunto es mucho mayor que utilizados por separado.

Con los títulos nos conquistan por el oído. Con la ropa, por la vista. Pero todavía queda un tercer símbolo que completa este trío perfecto de persuasión.

Pero eso será la semana que viene.

De momento, piensa bien qué ropa te pones hoy antes de salir de casa.

Un abrazo, El Notas Atómico ⚛️


La ropa es un símbolo que activa el sesgo de autoridad de forma inmediata.

Tanto los uniformes de autoridades como los de policía, militares, o bomberos como los "no oficiales" como traje y corbata, o chaleco de trabajador de obra otorgan de forma automática poder y autoridad a quien los viste. Cuando vemos a alguien con estos símbolos, de forma automática e inconsciente le otorgamos una autoridad que no tiene por qué tener en la realidad.

Este símbolo (el de la ropa) es de uso muy frecuente por parte de timadores.


PD. Ningún animal ha sido maltratado durante la redacción de esta nota atómica.

PD2. Si encuentras el vídeo de la broma de cámara oculta del perro, por favor envíamelo. O al menos dime que a ti también te suena haberla visto 🙏

PD3. Como el correo de hoy ha sido más corto de lo habitual, si te has quedado con ganas de más, esta semana escribí un relato corto de ¿ficción? que puedes leer aquí… si no quieres, no lo leas.

PD4: A estas alturas creo que está de más decirlo, pero yo qué sé. Creo que no está de más que vuelva a recordar que este correo está basado en la lectura de Influencia de Robert B. Cialdini. Y que si puedes y quieres, leas el libro. Y que si no quieres o no puedes, pues no lo leas.

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Aunque mi recomendación es que dediques tu tiempo a leer cosas de verdad.

Lo digo en serio.