Continuará...


¿Alguna vez te has preguntado qué tienen en común tu cerebro y una raqueta de pádel? Yo tampoco, pero hoy te lo voy a contar igual.


Lo bueno de tener amigos como los que tengo es que te dan lecciones de vida con la cosa más tonta del mundo.

Os podría contar cómo un amigo mío bombero me explicó de qué va esto de la IA hace 10 años sin tan siquiera saber (ninguno lo sabíamos todavía) qué era eso de la IA generativa.

Pero esa historia no es para hoy.

La historia de hoy tiene que ver con un partido de pádel.

Uuuuuuhhhh… el notas atómico juega al pádel… seguro que es un pijales…

Pues te voy a decir una cosa: espíritu para ser un pijales ya te digo que no me falta.

Lo que me falta es tiempo y dinero.

La Mujer Atómica lo vio clarísimo al poquísimo de conocernos: “tú te crees que eres rico y no lo eres”.

Si te molesta que aspire a vivir cómodamente, ya sabes: botón de darse de baja al final de el correo.

A lo que iba.

Partido de pádel.

Yo con mi amigo atómico, que tiene muchas más horas de vuelo que yo en esto del pádel.

Bueno, y posiblemente en la vida en general.

Yo haciendo mi partiducho típico de novato y me dice…

–A ver, Notas Atómico… El error imperdonable del pádel es fallar el resto. Si restas pasan cosas. Aunque la devuelvas floja, a media altura y lista para reventar, pásala, porque si pasa la bola, pasan cosas.

Ok.

Y ahora me toca restar.

Y resto.

Un resto de mierda.

De los de media altura y fácil para reventarla.

Pero la bola, pasar, pasa.

Y el rival que se llena de pelota y el contrarresto a la red.

Por cebao.

Que qué difícil es eso de tener la bola para reventarla y no reventarla, las cosas como son.

¿Y esto qué tiene que ver con lo que te voy a contar hoy?

Pues precisamente eso. Que si haces cosas, pasan cosas.

Y es que hoy vamos a respirar un poco y no te voy a contar nada de Cialdini, ni de su libro Influencia.

Todavía me quedan muchas cosas por contar de ese libro, pero se me estaba empezando a hacer un poco de bola, las cosas como son.

Así que he pensado que mejor voy a contar algunos “intangibles” que he aprendido durante estos últimos meses escribiendo estas notas atómicas.


Antes de continuar, creo que esto viene pintiparado para explicar la diferencia entre output y outcome.

Dos palabros que los anglosajones tienen y que nosotros creo que no, o que yo al menos no sé traducir.

Output es aquello que produces cuando haces algo.

📧 Este email, igual que los anteriores son el output de las notas atómicas. Son el output del sistema que tengo para escribir estos correos.

🏆 Un partido ganado (o perdido) es un output

💋 Ligar en una noche de fiesta también es output

Outcome es en lo que te conviertes cuando haces (o te sucede) algo.

✍️ Cómo he cambiado yo desde que comencé a escribir estas notas atómicas es mi outcome

😁 Ganar (o perder) confianza después de ganar (o perder) un partido es un outcome

😍 Levantarte al día siguiente con mariposas en el estómago porque estás in love es outcome

Lo importante es el outcome.

Hay que poner el foco siempre en el outcome.

Pero siempre estamos poniendo el foco en el output.

Quizá porque son más fáciles de medir.

Poner el foco en el output es poner el foco en los objetivos. Y ya hemos visto que eso tiende a funcionar mal.

Hay, al menos, tres cosas outcome que tengo claramente detectadas:

👀💬 Ahora miro el mundo con ojos de contarlo
👀📚 Leo más y mejor
🧠💪 Me siento más fuerte y ágil de mente

Y estas tres cosas outcome me las he encontrado porque un día decidí montar esta newsletter.

Si pasas la bola, pasan cosas
Si haces cosas, pasan cosas

Hoy te voy a hablar de la primera de ellas nada más.

¿Que por qué solo de la primera?

Pues porque contarte estas tres cosas supondría un mail larguísimo.

Y más de uno me ha dicho que estas notas atómicas las lee mientras caga después de desayunar y no quiero que a nadie se le duerman las piernas por mi culpa.

Y además hoy La Niña Atómica duerme fuera de casa, y La Mujer Atómica y yo tenemos una cita en un par de horas.

Así que créeme que soy el primer interesado en que este mail no se me alargue de más.

Al lío


Mirar el mundo con ojos de contarlo

Esto que te voy a contar puede parecer obvio.

Como todo lo que sabes cuando ya lo sabes.

Resulta que para contar cosas hay que tener cosas que contar.

¡Espera!, que esta obviedad no es la obviedad que quiero contarte.

Eso sería insultar tu inteligencia de forma muy fácil.

Prefiero insultar tu inteligencia con esta otra obviedad:

Todo es susceptible de ser contado

Lo que hace interesante una historia no es lo que cuentas sino cómo lo cuentas.

Así que el problema de ponerte a escribir no es tanto qué contar, sino CÓMO contar algo.

Pero al comienzo de estos correos yo me agobiaba con el “¿y qué cuento?”.

Es decir, yo tenía claro SOBRE QUÉ quería hablar.

Pero no QUÉ HISTORIA contar.

Puede parecer lo mismo pero no lo es.

Es como cuando vas a la nevera porque tienes “hambre” y te quedas ahí mirando. Tú sabes que te apetece comer. No tienes ganas de ponerte la tele, no tienes ganas de leer y no tienes ganar de tomarte una copa. Sabes que lo quieres va de comer. Pero no sabes qué comer.

Vale, la metáfora no es la mejor. Pero el tiempo corre y yo tengo que terminar este correo.

Te lo cuento con un ejemplo real.

Yo sabía que quería hablar de teoría de sistemas.

Pero me costaba saber qué quería contar.

Y entonces, de repente, me acordé del consejo que le dio a un amigo atómico su abuela y de la historia de una orquesta muy peculiar.

De repente ya sabía QUÉ CONTAR.

Y la realidad es que esas historias ya las tenía. No me las tuve que inventar.

El tema es que el mundo está llena de historias. Y todas son interesantes si uno consigue darle el ángulo adecuado, que es donde está realmente lo difícil.

Para tener historias que contar basta con mirar al mundo con ojos de querer contarlo.

Las historias están ahí disponibles para quien quiera utilizarlas.

Y SON GRATIS

Así que empecé a “cazar” historias. Ahora cuando veo, escucho o vivo algo lo apunto.

Y YA ESTÁ.

Es una forma TREMENDAMENTE SENCILLA de tener un vivero de historias para utilizar cuando quieres contar cosas.

Y vale CUALQUIER COSA.

Por ejemplo, yo un día apunté lo que me dijo mi amigo atómico durante un partido de pádel y aquí estamos.

O lo que me dijo mi amigo el bombero atómico y que resume muy bien cómo deberíamos utilizar la IA (no insistas, esa historia para otro día).

También tengo apuntada una historia de una vez que iba en el metro y el típico ¿músico? de metro, un supuesto violinista, desafinaba como un sordo cantando La Traviatta. Era de coña. Tanto que una chica yo nos cruzamos la mirada y no pudimos evitar descojonarnos.

Hay infinitud de historias en lo cotidiano.

De esta forma uno puede tener un arsenal potencialmente infinito de historias que contar.

Simplemente porque el mundo está lleno de historias.

Basta con mirar el mundo con otros ojos.

Cómo las cuentes ya es otro tema(zo)

Y ahí, de momento, yo no tengo nada que decir.

De momento.


Antes de colgar…

Hay varias personas que me han preguntado por los números de esta newsletter.

Y, como en realidad, que esta lista de correo siga viva es tan responsabilidad tuya como mía (si no tuviera a quien escribir casi seguro que no estaría escribiendo), pues he decidido compartir contigo algunos números.

Estos números son outputs así que el valor que tienen, si es que tienen alguno, es del satisfacer tu curiosidad, si es que tienes alguna.

Cuánto he escrito

He escrito, al menos, un mail cada semana.

Que hacen un total de 22 mails (con este 23).

Alrededor de unas 40 000 palabras.

Alrededor de unas 120 páginas de un libro estándar.

Cuántos somos, de dónde venimos y a dónde vamos

Somos 105 personas suscritas a la lista de correo.

Aproximadamente 1/3 de esta lista viene recomendada por otros miembros

(esto reconozco que sí que mola, pero casi seguro que es mi ego escribiendo a través de mi mano).

Seis personas han decidido darse de baja en algún momento.

Pocas me parecen.

Y tú, ¿me lees?

Pues no tengo ni idea.

Sí que sé que esta lista tiene una tasa de apertura del 77,40% de media.

Que dice la gente que dice que sabe de esto que esa tasa es muy alta.

Y yo que no tengo ni idea, digo que igual la gente abre el mail y no lo lee.

Y que a mí que alguien abra el mail y no lo lea, pues creo que no cuenta como tal.

Más que nada porque es algo que hago yo habitualmente con otras listas de correo.

Sea como sea, nadie mejor que tú para saber si me lees o no.

Y por qué.

Cuánto tardo en escribir estos correos

Esta pregunta es MUY FÁCIL de responder.

Depende.

¿Depende de qué?

Esta pregunta ya NO ES TAN FÁCIL de responder.

Depende de muchos factores.

Depende de cómo estén las musas.

A veces te vienen solas en el momento perfecto.
Otras te vienen como las visitas no deseadas o un cólico nefrítico: en el peor momento posible.
Otras veces no vienen y tienes que ir tú a buscarlas.

También depende del material que haya trabajado y en qué estado de desarrollo esté. Hay material más fácil y material más difícil.

También depende de la energía con la que uno esté. Hay días con más energía y espíritu que otros.

Y, por supuesto, también depende del tiempo que tenga hasta el momento de publicar (cada domingo a las 8.08 de la mañana).

Esto último se conoce como Ley de Parkinson y es aplicable a hacer maletas, a preparar presentaciones o a escribir correos.

Algún día hablaré de ella.

Sea como sea, hay correos que salen muy fácil y otros que salen muy poco fácil.

Éste es de los segundos.

Pero ya sabes que lo importante es restar.

Aunque no te salga un buen resto.

Porque si restas pasan cosas.

Y yo ya he restado.

Y ahora toca que pasen cosas.

Por ejemplo, podrías decidir darte de baja.

O, por ejemplo, podrías decidir recomendar a alguien que se suscriba.

Sea como sea, la bola está en tu lado del campo a media altura y fácil para reventarla.

Y como va flojita tienes todo el tiempo del mundo para decidir dónde la colocas y con qué fuerza.

Aunque eso no siempre es bueno.

Y hablando de tiempo…

En una hora tengo una cita con la Mujer Atómica y me tengo que ir a preparar.

Así que hasta aquí hemos llegado hoy.

La semana que viene volveré con Cialdini.

O quizás no.

Igual te cuento lo que me enseñó mi amigo el bombero atómico sobre la IA.

Devuelve mi resto y seguimos hablando.

Me voy que llego tarde.


Tu trabajo genera resultados visibles y cambios invisibles.

El output es el resultado tangible y medible de tus acciones: emails escritos, partidos ganados, libros leídos. Es lo que el mundo ve y lo que resulta fácil de cuantificar. Por eso nos obsesionamos con ello: porque lo podemos contar, compartir y presumir.

El outcome, en cambio, es la transformación real que experimentas: cómo cambia tu forma de pensar, tu manera de ver el mundo o tu capacidad para conectar ideas. Es invisible desde fuera, imposible de medir con precisión, pero constituye el verdadero valor de cualquier actividad. Cuando pones el foco en el outcome y no solo en el output, empiezas a valorar el proceso por encima del resultado.


PD 1: No pretendía hacerlo.

Pero lo he hecho.

Por dos motivos.

1️⃣ Porque hay quien me lo ha pedido

2️⃣ Porque ya sabes: para que pasen cosas, hay que hacer cosas.

De momento he publicado en abierto todos los emails que he enviado hasta la fecha. Están disponibles aquí

DE MOMENTO

No tengo muy claro cuánto durará así.

Hay quien me dice que no debería. Que así creo escasez (a este capítulo de Cialdini todavía no hemos llegado) y que estos correos tienen valor y que los estoy regalando.

Y me parece motivo más que suficiente para hacer justo lo contrario a lo que me recomiendan.


PD 2: Ninguno de estos soy yo

Si todavía no estás suscrito...

...puedes hacerlo aquí abajo 👇.

Aunque mi recomendación es que dediques tu tiempo a leer cosas de verdad.

Lo digo en serio.